20 octubre 2006

Hablemos sin pelos en las manos

Prendo el televisor, para desayunar con algo piola, y pongo cinecanal, para descubrir una de las películas estadounidenses mas patéticas de la historia del cine mundial.

Comienzo de escena: El padre y la madre frente a un escritorio, y una consultora dándoles la noticia de que su hijo ha sido descubierto mirando paginas pornográficas en las computadoras de la escuela. Para este momento ya tenia mi café sobre la mesa, me busco las masitas, y me siento a mirar lo que pasa. Las caras de los progenitores del supuesto jeropa tornaban lentamente hacia el horror. No podían creerlo. Mientras el padre se esta yendo, la madre toma una lista de profesionales, especialistas en el problema, que la consultora le ofrece. Salen de la oficina y afuera los espera él, el hijo, que con cara de pobrecito camina todo el pasillo hacia la salida. Una vez en la casa, los padres comienzan el interrogatorio, y con el tono serio clásico de un melodrama pedorro, discuten sobre la “adicción” que tiene el hijo. Arrepentido, promete no hacerlo mas.

Después de media hora de estupideces varias, concernientes a la trama, que parecía haber sido escrita por una abuela, un nene de dos años y un cura, llegan a la siguiente situación, que para mi fue la gota de moral “pro-don’t-touch-yourself” que derramó el vaso.

“Justin” (nuestro solitario héroe) se encuentra con su amiga de toda la vida, para comentarle que tiene un problema, que ya pidió ayuda, y que no puede solo. Para este momento mi mente podrida ya se estaba cagando de risa haciendo asociaciones entre el “problema” del chabón y que le iban a “dar una mano”. La relación con esta chica se enturbia por los últimos acontecimientos, generando un momento incomodo, en el que la tensión se corta a cuchillo. Se da el siguiente dialogo:

Justin: Estaba pensando en que podríamos seguir viéndonos, no como una cita, pero, ya sabes, para hablar.
Amiga: No lo creo.
J: Esta bien. También quería saber si me acompañarías a misa.
A: Wow, eso es bastante radical.
J: Si, creo que necesito algo radical en mi vida.

No se puede creer, todas las líneas positivistas bajan juntas en esta película. No se el nombre, ni me gasté en saberlo (aunque hubiese estado bueno, para saber cuando huir despavorido en dirección opuesta al televisor, ante cualquier indicio de repeticion), pero no puedo evitar la paradójica situación de sentir dos gustos en la boca después de ver esta película. Uno amargo por la moralina pajera (o anti-pajera) que tanto odio, y otro dulce, por saberme en una sociedad que no le da tanta bola a los psicólogos LitadeLazzarianos.

2 comentarios:

arielito dijo...

jajajaj
pero y el titulo de la pelicula??
ahora quiero verla!...jajaja
me encanto lo de “pro-don’t-touch-yourself”
a tocarse se a dicho carajo!

bajo.* dijo...

JAA!!

q horror

adicto a pajearse en la escuelaaa!!
(?)

beso bch

BaJo.*