20 junio 2007

Prestame el rifle Barthes

Salón blanco de la municipalidad de Bahía Blanca, César Aira hablando sobre literatura y de cómo la intertextualidad le sonaba a plagio. Uno de los presentadores de la charla le hace notar su gusto por Washington Cucurto y el uso que éste hace de la intertextualidad. Aira medio sorprendido y medio indignado por semejante revelación responde:

"Mirá vos, no sabía que Cucurto hacía eso, quizás de haberlo sabido no me hubiese gustado tanto. Hay cosas que, a veces, es mejor no saber para que te guste un autor."

No puedo decir que disiento con todo lo que dijo el día de ayer, en algunas cosas era coherente, pero en algo tuvo razón, quizás de no haberlo conocido, me hubiera seguido gustando Aira.

02 junio 2007

The bad-taste-Pandora-box

La cosa es que...
Luego de una larga espera de una amiga en retiro, que no apareció porque tuvo una imprevista reunión de trabajo, me subo al colectivo, y me siento. Después se me sienta una chica al lado, más o menos mi edad, para nada linda pero con cara de piola. Ante esto me asombro, porque las posibilidades de que se te siente alguien de tu edad al lado en el colectivo son extremadamente bajas, y encima mujer. La dejo pasar a su asiento, porque yo siempre me siento en el pasillo, dice "hola" y yo la saludo también. Bueno, la cosa es que, me entraron unas enormes ganas de hacerme el simpático, no sé por qué todavía, pero me gustaba la idea de pasar las largas horas de insomnio que me dan los colectivos charlando temas triviales, y me tentaba la idea de que después les contase a las amigas que había conocido un chabón piola en el colectivo. El interés no pasaba por más que: 1)pasar el viaje en colectivo. y 2)alimentar mi ego… ya que otros intereses no entraban en juego, no valía dos mangos y no llamaba al chamuyo.
Durante los primeros 10 minutos del viaje, la salida de retiro y etc. venía cavilando en mi cabeza una entrada graciosa, pero no invasiva para que no se asuste, a la conversación, hasta que vi que justo arriba nuestro estaba el televisorcito para ver películas, cosa muy incomoda si realmente querías ver la peli en cuestión, pero contaba con que nunca alquilan nada interesante y siempre son un bodrio del estilo "la boda de mi mejor amigo" o "mujer bonita", y pensé: zas, esta es la mía, entro con un comentario/chiste del estilo "bueno, en lo personal nunca me gusto sentarme en las primeras filas del cine, pero bueh, que le vamos a hacer?", comentario pelotudo si los hay, pero buena onda, y le iba a caer bien, después de eso ya lo tenía todo resuelto: "Hola, me llamo Federico, ¿Vos?", "¿Sos de bahía?", "¿Estudias o trabajas?" y boludeces varias... era un plan perfecto, no podía fallar, porque seguro que la película iba a ser un garrón y no quedaba otra que charlar, o hacer chistes sobre el film (el chiste boludo y rápido siempre fue mi fuerte). Ya estaba todo dado, por lo menos en mi cabeza.
Así, yo perdido en mis pensamientos confabuladores para la charla (ya que soy de apreciar una buena conversación cuando el otro tiene algo decente para decir), se me fueron los minutos de la salida y agarramos una avenida... Mientras, veo por el rabillo del ojo que la chica en cuestión se estira hacia su bolso, busca dentro y saca con un poco de esfuerzo, un libro, envuelto en plástico. Yo que de comprar libros tengo un poco de cancha me dije: "esta se lo compro en el puesto de revistas de retiro". Cuando le saca el envoltorio, lo abre, lee la contratapa, lo inspecciona un rato y se lo pone a leer ¿Qué más podía pedir? si hay algo que sabemos los estudiantes de letras es chamuyar sobre el libro que nos pongas adelante, lo hallamos leído o no. Y así pispeando de reojo alcanzo a ver el autor del libro: PAULO COELHO... garrón!!! si hay algo que odio de la literatura universal es Paulo Coelho! y después leo el titulo: Verónica decide morir. Ver esto no me gusto nada, pero me dije "no tiene nada que ver que lea a Coelho, es mas, como se lo compro en retiro debe ser el primer libro del tipo que lee, puede tener algo interesante para decir todavía". Mientras, el colectivo seguía por la avenida y yo esperaba el momento en que la pantalla se pusiese azul, luego de colores por las líneas de la señal de ajuste y posteriormente la cancioncita de Gativideo tan característica de las películas que vienen en casete, pero no llegaba, y pasaba el tiempo y no llegaba, y veía poco a poco mi plan desmoronarse por un error técnico. Ante esto me vi en la obligación de repensar mi táctica "entradora" y también pensar en un plan B, lo cual me mantuvo ocupado por un par de minutos, y además me entretenía armar toda esa estrategia para caer bien desde un principio, consideraba las variantes y pensaba como encararlas, pero se ve que no las había pensado todas, o no esta que llego. Al tiempito de salir de retiro llegamos a liniers, y ahí me dije "con razón, no empezó la película porque tienen que buscar más gente". El colectivo paró y la gente empezó a subir, tres o cuatro gatos locos, después seguimos viaje. Entonces, veo por el rabillo del ojo nuevamente que mi compañera de viaje guarda su libro del cual leyó unas 5 páginas antes de aburrirse ¡No la culpo! y busca otra vez en su bolsito de mano, busca y saca finalmente un mp3 player, se pone los auriculares y comienza a tocar los botones del aparatito. Ahí se me vino el mundo abajo, no contaba con que las innovaciones tecnológicas me podían bajar las posibilidades de una buena charla, no podía hacerla reir si no me escuchaba, otra variante que no había tenido en cuenta. Bueno, tenia que resolver rápido este dilema, algo o alguien me estaba poniendo a prueba, a ver si era capaz de sacarle conversación a la minita esta, y el universo estaba en mi contra. Luego de pensar, unas fracciones de segundo después me tranquilizo, ya que era casi seguro que cuando empezara la película, la flaca (solo un decir, porque tampoco tenia a su favor ser muy flaca que digamos) se iba a sacar los auriculares, por lo menos para ver de que se trataba, ahí entraría yo, y atacaría con mi particular chascarrillo de compañero de viaje piola. Todo empezaba a tomar color nuevamente, pero no estaba preparado para lo que venia.
Ella, la potencial charla, tocaba y tocaba su aparatito hasta que, se ve que encontró una canción que le agradó, y apretó play. Entre los ruidos del colectivo trate de agudizar mi oido, para así ya saber un posible tema de conversación, pero adivinar lo que estaba escuchando no fue muy difícil porque la mina tenia el volumen al palo, en una clara falta de consideración para con su compañero de ruta, en este caso yo. Comienza la canción y se empieza a escuchar "CHANchan chararachanCHAN chararachanCHAN" y me digo para mis adentros: esta la tengo de algún lado, en algún lugar la escuché... solo que no podía acordarme donde, y los extraños sonidos me hacían acordar, no sabía bien por que, a luces y a amontonamiento. Luego descubrí bien por que era. Un momento después pude escuchar (y lo escuche bien, porque se ve que la hija de puta era re sorda) "en días de la semana, en horas calculadas, izamos la bandera, un grupo de..." nooooooooooo!!!!!! era lo peor que podía pasar!!! la mina estaba escuchando "Los piratas", de Los auténticos decadentes!! era aun peor que Coelho… ahora me acordaba a que me hacia sonar ese comienzo, el único lugar en el que podía escuchar yo ese tipo de "música" era en un boliche, y si me decís que te lo bancás en el boliche, bueno, es una cosa, pero esta loca de mierda lo tenía en el mp3!! osea que le gustaba bastante como para bancarse un viaje hasta bahía escuchando eso.
Fue un garrón, un bajón anímico para todos mis planes, ya las ganas de hablarle disminuían, no sabía si me podía llegar a interesar lo que me pudiese decir después de Coelho y los decadentes, mis ganas de charlar se veían bajo el ataque de esa falta de gusto de mi compañera de asiento y ya lo pensaba dos veces... pero bueh, ya había elaborado toda la estrategia de abordaje y me trate de autonconvencer de que por ahí me podía entretener una parte del viaje hablando de otras cosas, de que por ahí no tenían nada que ver sus gustos literarios y musicales, y que podía ser tranquilamente una persona copada, pero no estaba muy seguro de ello. Cada canción de los auténticos decadentes que pasaba por el mp3 de la chabona me hacia pensar si mi plan realmente valía la pena, y al cabo de unos 5 temas (después de grandes clásicos como "Vení Raquel" o "Entrega el marrón") salimos a la ruta, la pantalla se puso azul, luego de colores por las líneas de la señal de ajuste, y llego la cancioncita de Gativideo. Preparate lector, porque acá viene lo peor.
Ella, al ver esto se saca los auriculares, como para disponerse a ver la película, finalmente todo empezaba a tomar color, el plan ya estaba a escasos segundos de llevarse a cabo, solo me quedaba esperar, la película empezaría, y ahí nomás yo atacaría con "bueno, en lo personal nunca me...", risas, presentación, y finalmente, conversación, charla trivial, era lo único que pedía. Pero, no, era mucho pedir, era demasiado, porque ese día descubrí que ¡Mientras más te propones a hacer algo, el universo más se va a empeñar en cagarte!
Por el rabillo del ojo veo que nuevamente busca algo en su bolso, pero esta vez miro con miedo, asustado de lo que podía llegar a sacar de semejante caja de Pandora del mal gusto. Busca, busca, y saca algo que no alcance a distinguir bien, era un pequeño bulto de color claro que parecía reflejar la luz de tanto en tanto, y veo que era porque estaba enrollado en plástico nuevamente. Ella lo desenvuelve, y lo primero que me llega es el olor, y digo: no ¿Por qué? ¿Por qué dios me haces esto? Giro un poco mi cabeza disimuladamente y miro mejor, eso, eso que había sacado del bolso, eso que se disponía a disfrutar mientras miraba la película, eso que seguramente había preparado en la casa de alguna amiga por si le agarraba hambre en el viaje... ¡Era un enorme sánguche de milanesa frío! ¡Todo lo que había planeado en ese tiempo se venia abajo ante el sánguche!
Ojalá que la mina no haya visto mi cara, porque era una mezcla de asombro y horror.
Todo lo que había depositado en ella como una posible charla se había caído.
Saqué del bolsillo mi mp3 player y me fui escuchando Pink Floyd hasta bahía, despertándome cada cinco minutos.


No me acuerdo bien que película pasaron en ese viaje, pero sí me acuerdo que era una pelotudez atómica, y la mina a mi lado se rió toda la película, mientras degustaba ese... ese sánguche de milanesa frío.